Otro mundo es posible
Universalizar el Foro Social Mundial

Sergio FERRARI

 

   
 

 

Luego de tres ediciones de éxitos sucesivos, crecien-tes y acumulados en Porto Alegre, Brasil, el Foro Social Mundial (FSM) se traslada a la India. Bombay, del 16 al 21 de enero de 2004, se constituye en la sede de la convocatoria de organizaciones, movimientos sociales, redes y personalidades «alter-mundialistas» más importante hasta ahora existente.
El cuarto FSM se realizará en un momento muy especial de la historia de la humanidad, exigiendo un verda-dero salto en cuanto a la calidad y la creatividad de la reflexión. Pasado más de medio año desde el fin de la guerra contra Irak, una nueva lógica de hegemonía mundial estará ya en plena ejecución, y el movimiento que contesta la globalización neoliberal habrá también re-diseñado nuevas estrategias.
India 2004 se constituirá entonces en uno de los principales escenarios de reflexión y de acción del movi-miento social luego del terremoto geo-político-militar del primer cuatrimestre del 2003.


Después del parto... crecer. Después... madurar

Pocos continentes como el asiático, con casi la mitad de la población mundial, serán tan decisivos para la marcha futura del planeta. Y si Brasil era «gigante» en un Foro marcadamente euro-latinoamericano de sus tres primeras ediciones, India definirá la real magnitud del FSM a nivel planetario. Con la garantía de organizaciones sociales, especialmente campesinas, que se cuentan por millones, con la convicción de una larga historia de lucha y de conciencia anti-colonial y con las contradic-ciones de un país hiperpoblado.
Una ocasión única para mezclar experiencias, para saltar el elenco un tanto repetitivo de las personalidades que animaron los tres foros anteriores y, sobre todo, para enraizar la dinámica del FSM en los procesos sociales de esta sensible región del planeta.
«Debatir todo para encontrar alternativas», podría reactualizar la consigna «Otro mundo es posible», que definió las tres primeras ediciones. Y en ese debate, la experiencia, los déficits, las frustraciones y las síntesis indicativas de Porto Alegre serán preciosas. De ahí la importancia de sistematizar los caminos ya andados confrontando con madurez los más profundos retos y dilemas.


Primer dilema para Bombay 2004
: la compleja relación cantidad-calidad. ¿Cómo lograr una partici-pa-ción amplia y masiva, y al mismo tiempo dar un paso adelante en la calidad de la reflexión estratégica? Y sobre todo, ¿cómo asegurar llegar a síntesis en un uni-verso de participación tan desbordante y heterogénea?
Si bien es cierto que la universalización (geográfica, sectorial y temática) de la discusión aparece como necesidad vital en la esencia misma del FSM, no menos evidente es que nutrir al movimiento social con alternativas viables al actual modelo dominante se convierte en exigencia cada día más apremiante. No sólo para asegurar la sobrevivencia del planeta y del ser humano sino también para impedir que la nueva lógica bélica siga destruyendo social y ecológicamente la tierra.


Dilema adicional: ¿cómo asegurar que el FSM no pierda la riqueza de la amplitud democrática de sus actores/participantes, evitando al mismo tiempo caer en un laberinto indigerible e incoordinable? Diversidad y síntesis aparecen como caras opuestas de una misma moneda. Falta todavía encontrar una metodología que haga viable esa dialéctica que por el momento está entrabada. Desafío esencial para India 2004.
Concebido originalmente por los convocantes como espacio de debate, de intercambio de experiencias y de articulación (Carta de Principios, 12-14), la naturaleza misma del FSM mundial entrará al debate en India a partir de su prematuro desarrollo.


Dilema clave respecto a su identidad
: ¿puede el FSM, o no, convertirse en un Movimiento de Movimientos Sociales, más sólido y estructurado que lo que se pensó en el 2001 cuando nació?
Si bien el consenso abunda en que es inimaginable transformar al FSM en una internacional política más (como lo fueron la primera, la segunda, la tercera y la cuarta), es también evidente el paso adelante que dio en noviembre de 2002 el Foro Social Europeo de Florencia, Italia, en cuanto a su capacidad de convocatoria y de disputa política. La propia experiencia que vivió el movimiento alter-mundialista en el 2003 será un punto importante de reflexión en su cuarta edición. Las mayores movilizaciones anti-guerra que haya conocido la historia del planeta son hijas «naturales» del FSM. La del 15 de febrero de 2003 reunió el mismo día a casi quince millones de manifestantes en 600 ciudades, convocatoria que se repitió apenas en una dimensión menor cinco semanas después el 22 de marzo.


Y de ahí un dilema no menos importante: un FSM para la reflexión, el debate y la socialización de agen-das, o un FSM que adicionalmente se convierta en promotor clave de la movilización planetaria contra la globalización neoliberal y sus variantes hegemónicas y bélicas?
En la medida en que el FSM o sus expresiones locales, nacionales o regionales convoquen / hegemoni-cen la protesta, dos temas esenciales aparecerán como necesidad perentoria del movimiento social para debatir en Bombay: el de las formas de lucha, por una parte, y el del riesgo a la «ilegalización».
En tres momentos la Carta de Principios del FSM se posiciona con respecto al tema de la violencia. Cuando se opone a «toda visión totalitaria y reduccionista de la historia y al uso de la violencia como medio de control social por el Estado». Cuando propugna por «relaciones igualitarias, solidarias y pacíficas entre las personas, razas, géneros y pueblos...» y cuando cierra la participa-ción «a los que atenten contra la vida de personas como método de acción política». La Carta no elude, sin em-bargo, la reflexión «sobre los medios y acciones de resis-tencia y superación de esa dominación (del capital)...».
La movilización ciudadana amplia, por más no-violento que sea el espíritu convocante, entraña la posibilidad siempre vigente del roce, la provocación del poder, la confrontación. Y si bien Florencia 2002 -más de un millón de manifestantes en la calle- y la movilización anti-guerra de febrero-marzo prueban las virtudes de la masividad, la militarización del Estado para frenar el anti-Davos (enero del 2003) o para obstaculizar el anti-G8 (junio 2003 en Evian) expresan las contracaras del poder y el riesgo de la provocación sofisticada.
Riesgo que aumentará geométricamente con el paso del tiempo y con la consolidación alter-mundialista. Ya se contemplan los primeros signos del esfuerzo de los grandes medios de prensa mundiales y del gran poder político por deslegitimar al movimiento que brega por otra mundialización y amenazarlo, de una y otra forma, con su ilegalización. Identificar alter-mundialismo con terrorismo es una estrategia cada vez más usual por parte de muchos Estados.
Será un desafío de la ciudadanía planetaria -y Bombay 2004 puede convertirse en un marco ideal para ello- confrontar y derrotar esa tan peligrosa como falsa simetría. La comprensión del FSM como proceso anual y no como cita única o puntual puede constituir una puerta de salida a ese intento deslegitimador. Tan impor-tante será India 2004 como el proceso de preparación, disperso, amplio y extendido en diferentes rincones de los cinco continentes.


La sana obsesión de las alternativas
Si el diagnóstico sobre el estado actual del planeta y de la lógica del sistema hegemónico constituyó hasta ahora el eje de la reflexión en el FSM, en India debería comenzar a priorizar las alternativas viables a la globa-lización neoliberal.
Es imperativo un cambio de clave, una readecuación del esfuerzo, una nueva organización de la estructura del foro mismo, una redefinición temática. En suma, empe-zar a sistematizar de abajo arriba, de lo local a lo global, la variada gama de experiencias alternativas que ya se aplican. Buscar los comunes denominadores. Exponer sus potencialidades. Evaluar sus debilidades.
Si bien es cierto que el actual sistema necesitó más de dos siglos para imponerse y que es inimaginable en cuatro, cinco o diez años encontrar las alternativas globales al mismo, la credibilidad se fortalecerá en la medida que el cambio pueda probarse, certificarse, com-partirse, extenderse y universalizarse.
Varias actitudes deberán auto-imponerse en esa búsqueda. En primer lugar, la convicción del movimiento social planetario de su propia capacidad propositiva. En segundo lugar, el convencimiento de que la gran alterna-tiva al actual sistema no resultará de un golpe de magia sino de la sistematización y acumulación de centenas y centenas de alternativas locales diferentes.
Además, la comprensión flexible de los tiempos históricos. Si bien es cierto que nadie puede exigir al movimiento ciudadano mundial una alternativa acabada en cuatro años de existencia del FSM, también es cierto que las víctimas de la guerra, de la miseria creciente, de la marginación social y de la destrucción ecológica tie-nen derecho a expresar su nerviosismo (por no decir ansiedad) y la exigencia de cambios rápidos a la lógica dominante autodestructiva.
De esa sana obsesión por encontrar alternativas dependerá , en última, la vigencia del FSM que puede encontrar en su nuevo rostro asiático un estímulo adicional de concreción, conclusiones y universalidad.

   
 


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