Agenda Latinoamericana-Mundial’2001-2002
Concurso de Páginas Neobíblicas
Accésit
Huesos
secos, escuchen la palabra de Yavé
Ezequiel
37, 1-9
Yavé puso
sobre mí su mano y su Espíritu me llevó, dejándome
en una inmensa región al sur de Río Bravo. Me hizo pasar en todas
direcciones y vi pueblos indígenas muriendo de miseria y de falta de
atención. Vi bloqueos económicos que pretendían asfixiar
por hambre, matar las esperanzas y aislar más a una bella isla. Vi
guerrilleros, paramilitares, militares enfrentándose entre sí y
familias que huían por esos enfrentamientos. Vi cómo la hermosa
selva cedía espacio a la industria del dinero. Vi terratenientes
expulsando de sus ociosas tierras a personas que solo querían hacerlas
producir. Vi cómo del norte llegaban pájaros y peces de hierro y
se llevaban las riquezas de la madre tierra y la devolvían
después hechas baratijas. Vi cruces infecundas clavadas en el suelo, y
desaparecidos y llanto y corrupción...
Yavé me
preguntó: ¿Piensas que podrán revivir estos pueblos?
Yo le
contesté: Señor Yavé, tú sólo lo sabes.
Entonces me dijo:
Habla de parte mía sobre estos pueblos y les dirás: Voy a hacer
entrar un Espíritu en ustedes y volverán a vivir. Sembraré
la utopía, regaré sus esperanzas, les demostraré que la felicidad
es posible en la lucha por un ideal, los llamaré bienaventurados y les
devolveré la alegría.
Yo hablé como
Yavé me lo había dicho. Mientras lo hacía, se produjo un
ruido y un alboroto: Eran los zapatistas que recorrían el país
sin disparar seguidos por una multitud que los apoyaba y los oía hablar
de sus derechos con el gobierno. Eran los médicos de la isla donde
moría la esperanza, que salían a repartir esperanzas a otros
pueblos y descubrían que la suya no había muerto. Eran los ecos
de las Cumbres de la Tierra. Eran los primeros acuerdos de paz con las
guerrillas. Eran los obreros y campesinos en huelga contra el pájaro y
el pez de hierro. Eran los Comités de Derechos Humanos. Eran cruces que
hacían germinar grupos y agendas. Era la justicia divina que, aunque
tarde, caía sobre el dictador desde otra frontera...
Yavé me dijo:
Para que nunca falten fuerzas, para que todo no se quede en puro dinamismo,
invoca al Espíritu. Invoca a De Las Casas, a Hidalgo, a Morelos, a
Varela, a Oscar Romero… y ponlos también en la pluma y en las
mentes de los actuales profetas latinoamericanos...
Lo hice según
la orden de Yavé y el Espíritu entró en ellos.
Se reanimaron.
Comprendieron que "Patria es América". Comprendieron por
qué "¡Los árboles se han de poner en fila para que no
pase el gigante de las siete leguas!". Comprendieron que: "Es la hora
del recuento, y de la marcha unida, hemos de andar en cuadro apretado, como la
plata en la raíces de los Andes".
Se pusieron de pie y
formaron un ejército grande, muy grande.
Marlon Yasser Mesa Pérez
Cienfuegos, Cuba.