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Australia: tierra antigua, tradiciones mixtas

John SWEENEY

 

 

Australia es probablemente el continente menos conocido por los latinoamericanos, aunque, como para muchas personas de otras partes, ha sido refugio para guatemaltecos, nicaragüenses, salvadoreños, bolivianos, uruguayos… y para un número especialmente significativo de chilenos.

Es una tierra grande, como de 7,7 millones de km2, pero también muy seca. Más de una cuarta parte, es verdadero desierto, y otro tanto tierra muy seca. Es un continente muy antiguo si hablamos de la geología. Está más o menos en el centro de la parte más amplia de la placa continental que también abarca la India (el Himalaya representa el choque de la esta placa en su viaje hacia el norte). Así, en contraste con las Américas, no hay actividad volcánica y muy pocos temblores. Las montañas son muy antiguas y desgastadas por la erosión. La montaña más elevada tiene la misma altitud sobre el nivel del mar que la Ciudad de México. Por lo mismo, la tierra no es muy fértil, está más bien cansada.

Como abarca el trópico de capricornio, y por tanto desierto, es por lo general una tierra caliente. En el centro, donde hay zonas bajo el nivel del mar, puede hacer mucho calor durante el día, rebasando fácilmente los 40 grados.

Hay relativamente poca población para su extensión: aproximadamente 17 millones de personas. La mayoría viven en una franja entre la gran cordillera del este y la costa oriente, que es la zona con más lluvia.

Junto a esta tierra antigua, está la gente de la tierra: los indígenas, que hoy día son solamente unos 300.000. Llevan más de 30 mil años viviendo allí, en notable armonía con su sagrada madre tierra, con sus animales y plantas. Hasta que llegaron los blancos (la primera colonia inglesa se estableció el año 1788), los indígenas y sus perros eran los únicos mamíferos con placenta: todos los demás eran marsupiales y algunos monotremas (el ornitorrinco y un tipo de oso hormiguero, el equidna: ¡mamíferos que ponen huevos!). La ecología de Australia, por su aislamiento, es también muy antigua: la mayoría de los marsupiales de América pasaron a la extinción hace millones de años. Por la misma razón, y por lo seco, es una ecología muy frágil.

 

Desde hace su llegada hasta hoy, los europeos no se han destacado por su entendimiento ni con la tierra ni con sus habitantes originarios. Consideraban a los aborígenes como un resto de la evolución destinado también a la extinción, como proceso natural. Así no se les hizo difícil entenderse a sí mismos como los agentes del avance de la evolución, apurando su extinción y la de muchas especies de animales. Era “el progreso”. Las culturas indígenas eran demasiado respetuosas y no estaban preparadas para resistir la guerra no declarada de los blancos, que no los reconocían como humanos. Los indígenas no tuvieron, por ejemplo, el derecho de votar hasta 1961. Fueron masacrados, encadenados, sometidos sin defensas a las enfermedades europeas, encarcelados... Todavía el racismo contra ellos sigue. Uno nada más tiene que revisar quiénes se encuentran en las cárceles de los estados de Australia occidental y el Territorio del norte, para constatarlo.

Los ingleses tardaron como unos 60 años en poder sembrar y cosechar en Australia porque las variedades que trajeron de Europa no servían. Los más de 200 años de agricultura por parte de ellos ha dejado un saldo de mucho daño a la tierra. Está aumentando mucho la salinidad de las tierras; muchas ya no se pueden utilizar, incluso. Entre los otros problemas ecológicos que tiene Australia, está otro que ha sido causado no solamente de los australianos sino por muchos otros: sobre Australia se encuentra un hoyo en la capa del ozono, lo que resulta dañino porque deja pasar mucho más los rayos ultravioleta, y la gente se quema más fácilmente, hasta el punto de que hay mayor peligro del cáncer de la piel.

 

Todas estas cosas parecen negativas, pero Australia también tiene su lado bueno. La conciencia general de la situación de los indígenas ha crecido mucho en los últimos años y también la conciencia de la importancia del cuidado ecológico. Muchos australianos ven la necesidad de entender mejor a los demás y de relacionarnos con nuestro ambiente para poder convivir, en lugar de conquistar.

 

Empezamos este recorrido rápido mencionando a los latinoamericanos que viven en Australia. Ha sido un país de mucha inmigración especialmente en el siglo XX. En Sydney, la ciudad más grande (como de 4 millones) se habla más de 150 idiomas. Aunque la presencia europea empezó con una colonia penal inglesa, desde ese momento no eran puros ingleses que vivían allí sino también celtas (irlandeses y escoceses) y otros. El primero de enero de 1901, Australia se declaró como federación de Estados independiente, aunque todavía reconoce a la reina de Inglaterra como la cabeza del Estado. Hoy día hay más fuerza que nunca para declararla una república, y así remover un símbolo de lealtad que la mayoría no siente, porque nunca compartieron la historia con los ingleses. La mezcla, los orígenes europeos como presos, han generado una cierta falta de respeto a la autoridad y de sus ceremonias de pompa: Australia sigue siendo un país de mucha informalidad y de muchas tradiciones.