Otro ALCA es posible

Gregorio IRIARTE

 

   
 

 

¿Por qué nos oponemos al ALCA? Muchos piensan, ingenuamente, que el ALCA ha de traer grandes beneficios económicos a nuestros países, ya que podremos colocar nuestros productos, sin trabas sin barreras de ninguna clase, en todos los países del hemisferio. También llegarán hasta nosotros, libremente, los productos extranjeros y, sobre todo, los capitales, generando empleo y dinamizando nuestra economía. ¡Es una versión modernizada de “el cuento de la lechera”!!!!
No decimos que no haya que caminar hacia una verdadera integración hemisférica ya que ningún país, ahora menos que nunca, podrá vivir aislado. Las fuerzas del mercado y las exigencias, cada vez desafiantes de la competitividad, nos llevan hacia una integración con los países del área. Sin embargo, lo que nos propone el ALCA no es una auténtica integración, sino una anexión o absorción de parte de las poderosas multinacionales de EEUU.
El gobierno de EEUU ve y concibe al ALCA desde una perspectiva y desde unos intereses propios, emergentes del momento actual. El ALCA es la “Doctrina Monroe” actualizada y adobada con globalización. Sólo unidos todos los países de la Región podrán tener la fuerza necesaria para lograr que se eliminen del ALCA una serie de objetivos y propuestas que van en contra de los derechos y de los intereses más elementales de nuestros pueblos.
La posición de EEUU ante el ALCA es muy clara y lo dice, muy explícitamente, el Secretario de Defensa, Collin Power: «Nuestro objetivo con el ALCA es garantizar para las empresas norteamericanas el control de un territorio que va desde el Polo Ártico hasta al Antártida, para que haya un libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, en todo el Hemisferio, a nuestros productos, servicios, tecnología y capitales». El ALCA, por lo tanto, es un proyecto recolonizador, que no se limita a impulsar la libertad irrestricta del mercado y el libre movimiento de capitales, sino que, impulsado por la grandes empresas multinacionales, busca el control hemisférico a través del dominio sobre todos los recursos, humanos y naturales, de la Región.
Si algo debiera debatirse abierta y claramente en todos los países de América Latina es el tema del ALCA, ya que, si se lo aceptase tal y como está concebido y expresado por el Gobierno de EEUU, llegaría, no sólo a condicionar el desarrollo económico y social de la región, sino también a vulnerar gravemente la soberanía de nuestros países.
Asumiendo el ALCA desde una actitud crítica-positiva, me permito presentar algunas ideas que podrían servir como base para el diálogo.
Hay quienes opinan que la lucha contra el ALCA puede llegar a ser el elemento aglutinador y dinamizador para que se despierte, a nivel de toda la región, una gran corriente integradora y nueva a nuestros gobernantes, y a toda la opinión pública, hacia una verdadera unión e integración. Algo muy positivo, aunque todavía esté por ratificarse, es el llamado “Acuerdo sobre Ciudadanía”, firmado hace tres meses en la ciudad de San Salvador de Bahía.
Un proceso de integración de América Latina no puede quedar limitado a la «unión de mercados». Tiene que estar abierto a imperativos políticos, sociales, culturales y medio-ambientales. La propuesta del ALCA es puro economicismo.
- El ALCA considera al capital transnacional como el poderoso motor de toda la economía, al libre mercado como el medio eficaz, y al máximo lucro de las multinacionales como la finalidad última. Sin embargo, no todas las cosas tienen un valor comercial. Muy al contrario, los valores más importantes, en la vida de las personas y de los pueblos, no se pueden ni se deben comercializar. Lo dice el Papa Juan Pablo II en su encíclica Centéssimus Annus: «Existen necesidades cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante los mecanismos del mercado. Hay exigencias humanas muy importantes que escapan a su lógica; hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar» (CA 40)
- El falso internacionalismo del ALCA tendrá como efecto inmediato consecuencias muy graves, sobre todo en relación a la violencia, ya que propugna un crecimiento económico totalmente asimétrico: unos pocos saldrán privilegiados, pero muchos, la inmensa mayoría de la población, quedará marginada y excluida.
Por lo tanto, se profundizará, aún más, la brecha injusta que divide a las dos Américas, ya que el ALCA sacraliza la competitividad y condena la solidaridad y la equidad. Para el ALCA, la justicia social no existe. Sólo va a triunfar (es la filosofía del ALCA) quien puede y merece triunfar. El que no puede competir, ya sea como persona o como pueblo, está condenado a la exclusión y a la dependencia.
El individualismo y la competitividad sobre los cuales está asentado el ALCA es profundamente anti-democrático y anticristiano. Todo lo proyecta desde un perspectiva, no humanista, ni ética, sino egocéntrica y utilitarista. El proyecto hemisférico del ALCA está en los antípodas del espíritu y de los valores del Evangelio y en total contradicción con los principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia.
Nos parecen positivos algunos avances que se lograron en la Cumbre de Ministros de Comercio, realizada en la ciudad de Quito en los primeros días del mes de noviembre pasado.
Se cuestionó, como es lógico, la política de EEUU con relación a los subsidios agrícolas y a otros productos como el acero. Es evidente que los miles de millones con los que EEUU subsidia su producción está en abierta contradicción con los principios de la sana competitividad y con todo lo que propone el ALCA. Aquí no hay solo un doble lenguaje, sino también una doble moral.
No puede darse ningún tipo de integración entre economías tan diferenciadas como la de EEUU y la de América Latina. Tiene que existir, forzosamente, un cierto gradualismo y normas claras de compensación.
Asimismo , el ALCA no puede desconocer, y menos anular, los avances que, con tanta dificultad, se han ido dando en la Región, sobre todo a través del CAN y del MERCOSUR. Estas instituciones tienen que ser los espacios desde donde nuestros países, unidos en propuestas básicas, desarrollen su capacidad negociadora, y no «uno por uno», como quiere EEUU.
Uno de los aspectos más peligrosos del ALCA es el tema del medio ambiente y de los recursos naturales. Sobre todo, es atentatorio contra la riqueza y el futuro de la Región el tema referente a la biodiversidad y a los derechos de patente que quieren para sí las multinacionales. Muchos países latinoamericanos verían con esto amenazada su mayor riqueza natural.
Es de absoluta necesidad el que Bolivia vuelva a plantear la vigencia de lo que fue acordado en la “Cumbre Hemisférica para el Desarrollo Sostenible” que se realizó en la ciudad de Santa Cruz, en Diciembre de 1996, en el marco de las reuniones ministeriales del ALCA. En esa Cumbre se decidió impulsar un Tratado Hemisférico sobre el Desarrollo Sostenible de la misma categoría jurídica que el libre comercio. Sin embargo, en la Cumbre de Santiago de Chile, nuestro Gobierno no supo defender la propuesta aprobada en Santa Cruz. Desde esa fecha, se ignoraron en el proceso del ALCA, las exigencias políticas, sociales, culturales y medio-ambientales.

   
 


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